jueves, 15 de diciembre de 2011

Cenas de Navidad

¡Ya está aquí la Navidad! Y si existe un evento que la caracterice, aparte de los anuncios del corte inglés y la locura de comprar regalos, son las cenas de empresa. Las cenas de empresa nos dan una oportunidad única cada año, la oportunidad de ver como personas a nuestros compañeros de trabajo y jefes.

Si hay algo que un trabajo pueda ofrecernos, además de un salario a fin de mes, es la posibilidad de conocer a mucha gente con la que compartir inquietudes y muchas horas del día. Pero no siempre lo vemos así.
En muchas ocasiones, las relaciones que mantenemos con esta pequeña familia con la que compartimos nuestro día a día, se miden con un rasero distinto al que tenemos para valorar las relaciones personales de nuestra vida. No tenemos inconveniente en contestar mal, en poner en evidencia los errores de otro, o en hablar con un exceso de franqueda. No tenemos tantos miramientos en criticar, ni pensamos en los sentimientos del que está enfrente.
Pero, ¿y si tratásemos a nuestras personas más cercanas de la misma manera? ¿Os imagináis la cara de vuestro hermano o de vuestro hijo si le soltáseis algo así como "ya eres mayorcito para que te enseñen cómo tienes que trabajar", "motivado se viene de casa", "esto tiene que estar para hoy, sí o sí", "este informe es una porquería", etc? Seguramente, les arruinaríamos el día. Y no somos muy dados a decirles cosas buenas o positivas a nuestros compañeros, aunque lo negativo sale con mucha naturalidad.

A veces no tenemos conciencia de hasta qué punto podemos afectar a otra persona por no tener tacto. Un mal comentario nuestro puede torcerle un día completo a otra persona, puede ser el desencadenante de que llegue a su casa enfadado o deprimido, de que no tenga ganas de jugar con sus hijos esa tarde, o de que se le coma la rabia por dentro.

Por eso las cenas de Navidad me parecen tan sumamente importantes, me hacen recordar que las personas con las que trabajo son humanas, tienen vida, disfrutan bailando y tomándose unas copas exactamente igual que yo, tienen inquietudes, malos días. Muchas buenas amistades de mi vida han salido de este tipo de eventos, con dos copillas de más. Y también he tenido ocasión de conocer a "esos jefes malvados" que tanto respeto me infundían, y que al igual que yo a ellos, ellos me puedan ver tal como soy, no un simple número o un peón, sino una persona tan íntegra como ellos. En esta noche del año se caen las barreras que nos separan como seres humanos, y podemos estar todos juntos en comunidad y en igualdad.

Tras todos estos años trabajando, me he dado cuenta que lo más importante de cada empresa en la que he estado ha sido la gente que he conocido. Recuerdo mis funciones laborales, no con demasiado detalle, pero sí recuerdo a todas y cada una de las personas con las que entablé amistad, ya que ellas han sido las que me han ido moldeando hasta ser la persona que soy hoy, ya sea mejor o peor. Y de alguna manera, creo que todos mis trabajos me han encantado precisamente por los lazos que tenía en ellos, mucho más que por el trabajo en sí. Generalmente voy sonriendo por las mañanas al trabajo (no siempre, todos tenemos un mal día de vez en cuando), y paso unos días muy agradables pese al estrés y a las horas extra no reconocidas.

Desde aquí, os animo a todos a preguntaros qué sabéis de vuestros compañeros de trabajo. ¿Sabéis si tienen hijos? ¿Si son felices? ¿Si están pagando una hipoteca? ¿Si van a casarse o a divorciarse? ¿Les dedicáis el tiempo y la atención que merecen? ¿Qué saben ellos de ti? Mejorar los lazos con el trabajo enriquece una vida, y convierte una parte imprescindible de nuestra existencia en un tiempo de felicidad y de aprendizaje.

¡Felices fiestas!